SIEMPRE FUI MUY CONFIADO...
Hora de descanso. Acudo al Tifanis como de costumbre a tomarme un café muy cargado con un donnut. Saludo a Jon el dueño de la cafetería y a los demás clientes habituales. Mi misero descanso de veinte minutos se esfuma y debo volver al tajo. Me despido y salgo fuera. A veces olvido donde he aparcado pero esta vez estaba seguro. Mi sustento de vida ha desaparecido. Es la primera vez que me pasa pero no así a otros compañeros del gremio. Paradojas de la vida: tengo que llamar a un taxi para denunciar el robo en comisaría. Así es la vida.
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Sandra Remón -